Hergé

Exposición de Hergé para vivir Madrid

Madrid en Navidad es espectacular. Desde siempre me han encantado las luces navideñas. Y es que no es de extrañar. Soy de verano, me gustan el calor y la luz del sol. Con el frío de invierno poco puedo hacer, pero las luces que adornan las calles alegran el corazón para alguien que no se toma bien el que anochezca a las 6 de la tarde.

Y Madrid también tiene planes. Con motivo de las fiestas, me regalaron una entrada para la Exposición de Hergé, que se puede ver en el Círculo de Bellas Artes. De hecho, la publicidad ya se podía ver en la parada de Gran Vía, a un atasco en coche o varias aglomeraciones de personas a pie de distancia. 

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¡Cómo añoro Madrid y sus concurridas calles!

Hergé era el pseudónimo de Georges Prosper Remi, el autor de Tintín. Nació en 1907 y falleció en 1983 debido a una leucemia. Tintín, por su lado, nació en 1929 (casi a 100 años de su nacimiento) en Tintín en el País de los Soviets. El nombre del autor tiene un significado, pues son sus iniciales al revés (R G). Ingenioso, aunque nunca me había dado cuenta.

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Aunque entra dentro de lo normal. Aunque me hacía ilusión la exposición, reconozco que no he leído demasiado sobre Tintín. De chaval me encantaba Mortadelo y Filemón (y apoyo fervientemente la victoria de Francisco Ibáñez en el Princesa de Asturias) y leí un poco de Superlópez, Zipi y Zape… pero de ahí me pasé a Marvel. El comic francobelga, pese a su importancia en Europa, ha sido un gran desconocido.

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Nunca he leído nada de Spirou, ni de Lucky Luke, ni de Los Pitufos. El que más, Astérix. Y de Tintín, me habré leído algo suelto, en plan Los Cigarros del Faraón. Por supuesto, me vi la película de animación de 2011, bastante entretenida. Por lo demás, Tintín ha sido un personaje que he visto en tazas, camisetas y cuadros (y el cohete lo veo en todos los sitios modernos).


Al llegar a la exposición, tenían la pared de la entrada, la de la escalinata, dibujada como la mansión en la que entra Tintín. Ahí nos dan una faceta que no me imaginaba de Hergé: quería ser pintor. Debido al tiempo que le tocó vivir, tenía mucho interés en las corrientes pictóricas, pero se dio cuenta de que no podía hacer las dos cosas. O dibujaba Tintín o era pintor, y como el periodista belga ya había nacido, no podía dejarlo. Un inicio fuerte, no me han dicho ni cuándo nació y me hablan de sus frustraciones como ser humano.

Él mismo decía que no dibujaba bien, pero que poco a poco, cada día dibujaba un poco mejor. Hasta que se le dio bien. Hubo un aspecto que me fascinó cuando lo leí: los primeros números eran en blanco y negro, pero según avanzaban los tiempos, le pedían que usara el color. 

Al final accedió, pero con la condición de no usar degradados ni sombreados. Y es cierto, ninguno de los tebeos tiene nada de eso. Si la camisa de Tintín es azul claro, así será. Este estilo se denomina línea clara.

También se nos contaba cómo su vida dio un cambio cuando conoció a cierta persona: Zhang Chongren, un escultor chino. Ambos se conocieron en 1934 y se hicieron muy amigos. Zhang le enseñó las líneas fluidas del arte chino, pero también algo más importante. Hasta entonces, Hergé dibujaba a los personajes de otros países de manera muy estereotipada. Conocer a Zhang le hizo ver su error, por lo que a partir de El Loto Azul, se esforzó más en hacer una investigación previa. Quién iba a decir que las personas alrededor del mundo son personas. Pues algunas veces se necesita que alguien te abra los ojos.

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Otro detalle que me llamó la atención es cómo fue evolucionando en cuanto al guion. Al ser series semanales, no prestaba demasiada atención a la trama. Más que nada, encadenaba chascarrillos hasta que abruptamente, la historia acababa. Pero conforme pasaba el tiempo, entendió que debía de tener más clara la historia. Un hilo conductor. En este caso me recordó a Mortadelo, que algunas historias tienen un hilo conductor bueno, pero otras tan sólo son chascarrillos unidos. Alguien debió unirlo todo y le dijo “Hergé, en formato semanal esta bien, pero cuando lo unes todo, queda como ni chicha ni limoná”.

La exposición también menciona la polémica de Tintín. Hace unos años se destacó el aspecto racista de la obra Tintín en el Congo. La muestra indica que, como es normal, la información en ese momento era muy limitada y Hergé tan sólo replicaba el pensamiento común. 

Aunque vi un poco de falta de su vida privada. Quizás porque querían centrarse en su trabajo como padre de Tintín, pero en un momento comentan que se divorció. Otro que Tintín en el Tíbet fue su trabajo donde más se volcó… pero aparte de esas menciones, poco más hubo.

Una cosa más con la que me sentí identificado fue con esos encargos que te dan los “jefes”. Tintín gustaba mucho, pero en una revista de moral conservadora no les gustaba que Tintín no tuviera padres y se fuera a vivir aventuras. Por eso, le pidieron que hiciera una serie más adecuada, con padres y todo. Así creó Jo, Zette y Jocko. Dos hermanos y un mono mascota. Pero como decía, no le gustaba. Era un encargo al cual no le tenía aprecio. Es que en el arte hay que tener una conexión y ganas. Si no las tienes, se nota que uno va en piloto automático.

Por último, cuando entré en la exposición una pregunta comenzó a flotar en mi mente. ¿Por qué no se han publicado más cosas de Tintín? De Astérix sí que se han hecho nuevos tebeos. Y creo que Ibáñez no tiene problemas en que alguien tome el lápiz de Mortadelo. En la última sala, una preciosidad donde se ve la mansión, nos responden. Hergé es Tintín y Tintín es Hergé. Como si de un misterio bíblico se tratara, dice que alguien podría tomar sus personajes, pero al no estar él, ya no serían los suyos. Una pena, ya que no tenemos más historias, pero es entendible.

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Y es que el tebeo, cómic o manga, es un arte. Incluye muchos elementos únicos y la maestría de Hergé al lápiz no tiene nada que envidiar a otros grandes de la pintura. Sólo que por ser un medio popular y de consumo rápido por chavales, parece que es poco serio.

En resumen, es una exposición muy interesante. Me gustó que te hablan mucho del autor y no tanto de Tintín, pero es que si la expo se llama Hergé, es para que le conozcas a él, no el cómo se creó un personaje. A mí me ha dado una visión más clara de cómo era, sus influencias y, muy importante, la evolución que tuvo como artista a lo largo de su vida.

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Nacho Grifol

Nacho Grifol

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